sábado, 18 de julio de 2009

8. LA FUNCION DE LOS GRANDES SECTORES DE LA VIDA NACIONAL - LA IGLESIA

LA IGLESIA
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Existe una cabal coincidencia entre nuestra concepción del hombre y del mundo, nuestra interpretación de la justicia social y los principios esenciales de la Iglesia.
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Ya en otra oportunidad busqué ofrecer una visión espiritual y trascendente del hombre, y puesto peculiar en la historia y la realidad.
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Un hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, realizando su existencia como sujeto histórico que desempeña en el mundo una misión espiritual única entre los seres de la Creación.
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Tal hombre realizado en la comunidad está lejos de concretar fines egoístas o burdamente materiales pues como ya lo sabían los griegos, no hay equilibrio posible en una comunidad en la que el alma de sus hombres ha perdido una armonía espiritual.
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En este sentido, no sólo los principios filosóficos guardan plena coherencia: la Iglesia y el Justicialismo instauran una misma ética, fundamento de una moral común, y una idéntica prédica por la paz y el amor entre los hombres.
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No vacilo en afirmar que toda configuración sociopolítica tanto nacional como mundial supone, además de una clara exigencia nacional, una sólida fe superior, que impregne de sentido trascendente los logros humanos.
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Si en las realizaciones históricas dependemos de nuestra propia creatividad y de nuestro propio esfuerzo, el sentido último de toda la obra estará cimentado siempre sobre los valores permanentes.
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No pretendo evaluar integralmente la concepción de la Iglesia, a los propósitos de un modelo temporal como es el Modelo Argentino.
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Pero estoy seguro, eso sí, que el llamamiento de las cartas encíclicas, las constituciones pastorales y las cartas apostólicas -particularmente las más recientes- constituyen para nosotros un aporte claro y profundo.
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Pienso que, en este terreno, el Modelo Argentino sólo necesita que ese mensaje sea adaptado eficientemente.
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Presento un Modelo nacional, social y cristiano.
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Al núcleo trascendente del hombre argentino va esta propuesta:
es hora de superar una visión materialista que amenaza aturdir al ciudadano con incitaciones sensoriales que dispersan su vida interior.
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La ruta que debemos recorrer activamente es la misma que definen las Escrituras:
un camino de fe, de amor y de justicia, para un hombre argentino cada vez más sediento de verdad.

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